En su libro “La identidad de C. Colón” de D. Alfonso Phillipot, éste afirma textualmente “La identidad de Colón es uno de los puntos más conflictivos de su enigmática personalidad, pues siempre escribe en latín o en español, pero nunca en italiano” sic. ¿Dónde está el conflicto? Si solo escribe en latín o en español, no hay nada más que hablar
En sus escritos figuran muchas palabras
del portugués, todas ellas de uso compartido con el gallego, otras de uso
exclusivo del gallego y ninguna únicamente exclusiva del portugués. El estudio
de Luciano Rey (2) pone de manifiesto la amplitud de vocabulario que poseía
Colón del castellano, el gallego y el portugués, aunque éste último en menor
medida en comparación a los otros dos.
Solo una vez intentó escribir en italiano, pero de manera calamitosa, demostrando que lo desconocía completamente. D. Rafael Calzada (12) desarrolla todo un razonamiento apoyado por lingüistas italianos en que el idioma de Dante le era completamente desconocido.
Algo en
lo que estamos de acuerdo los que apostamos por la españolidad de C. Colon, es
un argumento cuya solidez nos parece incuestionable, aunque haya quien plantee
reticencias sobre ello, ese elemento es el idioma.
Si bien un
apellido, o un nombre, puede ser un factor identificativo del origen de un
individuo, mucho más servirá el idioma, el apellido puede muy bien ser
compartido por dos o más naciones, pero el idioma, el idioma no. Es el aspecto
diferencial por el que se sitúa concretamente a una persona en un país
concreto, y hasta por los modismos de su lenguaje, se puede determinar la
región de procedencia. Eso lo demuestran a diario los lingüistas
especializados.
Una de las
cosas que más molesta a los colombófilos es sin duda, y más que a nadie a los
genovistas, el hecho, sorprendente en un genovés, de que, ¡Colón no sabía
italiano!. Todos sus escritos,
absolutamente todos, menos algunos en latín, están redactados en castellano, y
en la única nota que tenemos de él en “italiano”, es tan macarrónica, que es
prácticamente imposible que ni siquiera un ligur casi analfabeto la haya podido
escribir.
(*) Don
Celso G. De la Riega: en su libro “Colón Español” Capítulo IV, Indicios
lingüísticos. Describe lo siguiente:
Una de las singularidades
más notables que ofrece la personalidad de C. Colón es la de que ninguno de los
documentos escritos de su mano, que han llegado a nuestros tiempos, aparece
redactado en lengua italiana; memoriales, instrucciones, numerosas cartas y
papeles íntimos están escritos en castellano, y las notas marginales en sus
libros de estudio, en latín. Para explicar de alguna manera semejante
singularidad, se dice que la educación de Colón en su infancia fue muy
superficial, y además que abandono a su patria en la niñez; explicación
sobradamente deleznable, porque, aparte de las altas cualidades de inteligencia
y aplicación que se le han reconocido, debió emplear forzosamente la lengua
italiana para los estudios elementales que verifico, si era Genovés, antes de
los catorce años en que empezó a navegar, y si es cierto que navego veintitrés
años, “ sin estar fuera del mar tiempo que se haya de contar” en barcos
genoveses, ya en el comercio, ya en el servicio a los príncipes de Anyou; si es
cierto que sostuvo continuas relaciones de amistad y trato frecuente con
mercaderes y personajes italianos, no es posible admitir que hubiese olvidado
la lengua italiana hasta el punto de no poder escribir en ese idioma la carta
que dirige al Oficio de S. Jorge de Génova.
Análoga
deducción, y con mayor motivo, podemos hacer si admitimos, como quiere un
documento italiano, que Colón aún era tejedor en el año 1472.
“El verdadero estudio del idioma castellano usado
por Colón en todos sus escritos, está por hacer, y es preciso que algún día lo
hagan personas de capacidad y prestigio, porque estamos bien seguros de que con
su alta autoridad habrán de atestiguar que solo un nacido y educado en España
pudo escribirlo con tanta soltura y naturalidad y dar las pruebas que dio de
conocer todos sus secretos y la riqueza de su estilo, como dijo Humbolt.”(2.-
Luciano Rey)
El
Almirante se descubre claramente al manifestar cual es su idioma, es muy
difícil de entender que en ocho años de residencia en el extranjero, se diga
claramente que su lengua es la del país de acogida, siendo italiano se daría
cuenta de la inexactitud cometida, pero él no comete un error al decirlo, está
expresando lo que siente, y como español que dice ser genovés, siendo genovés
no lo expresaría de esta forma.
Como
sigue diciendo (*)D. Celso: ¿Sucedió por Ventura que Colón, sin darse cuenta
de ello, alzo en las tres palabras “ en nuestro romance” un extremo del velo
con que se propuso ocultar patria y origen? No hay autor dramático, ni
novelista, ni criminal, ni farsante, ni hombre cauteloso o reservado, que no
deje algún cabo suelto, que no descuide algún detalle, por donde flaquee la
fábula o se sospeche y se descubra lo que se quiso ocultar. ¿Obedeció Colón a
esta imperfección humana a llamar suya a la lengua española? Sin duda alguna, y
a este propósito es de notar la soltura con la que escribía.
Entre los
detalles lingüísticos de los escritos de Colón abundan las palabras gallegas,
detalles que parecen minucias triviales, pero que no son desdeñados por quienes
analizan las causas y el enlace de los hechos.
En una
descripción de la isla La Española escribe que allí “los rayos solares tienen
espeto”. Algún historiador quiso ver que en esa frase había un defecto de
transcripción, al poner espeto en vez de ímpetu; no parece muy adecuado el
calificativo de impetuosos a los rayos solares, se advierte en dicha
interpretación el desconocimiento de que espeto, palabra muy antigua y vulgar,
consistía y consiste en una varilla metálica con punta en un extremo y un
orifico en el otro para colgarlo, que se empleaba para asar carne o pescado. En
Galicia, cuando el Sol calienta más de lo ordinario se dice “hoxe o Son ten
espetos”, que es la misma frase escrita por Colón, aprendida sin duda en su
infancia. Así ocurre en el Caribe, los rayos solares producen un efecto de
quemazón como pudieran producirlo la incandescencia de los espetos. (*.- C. Gª.
De la Riega)
El
ilustre Catedrático D. Ramon M. Pidal hizo resaltar que en todos estos escritos
de Colón la aparición de numerosos “portuguesismos”.
De todos es
conocido que el gallego tiene muchísimos paralelismos lingüísticos con el
Portugués, además del castellano, así pues, siendo Colón natural de Galicia es
razonable pensar que su castellano, ya deformado por el gallego, se hubiese
deformado más durante su estancia en el País vecino con numerosos
portuguesismos. De todas formas, es de notar que el ilustre académico era un
docto de la lengua castellana, pero desconocía ampliamente el idioma gallego.
Hablaremos más adelante de este tema, que merece un tratamiento aparte.
Cuando
aparece en Castilla en 1484, Colón habla perfectamente castellano, eso si, un
castellano cuando menos peculiar, cosa que a los autóctonos, pobladores
andaluces, les pareciera, al oír le hablar que casi se le podría tomar por
extranjero, pero en el idioma que se expresa es el castellano. Desde el
día en que llegó hasta 1506, cuando falleció, debió hablarlo. y escribirlo del
mismo modo, con igual perfección empleando en sus escritos el mismo tipo de
letra. Todas sus cartas a los Reyes, a su hijo Diego, a Santángel, a Rafael
Sánchez, al Obispo de Badajoz, a Roldán, a Gorricio (italiano), a Juana de
Torres, y a otras muchas personas, están escritas en castellano, y lo que es
más extraordinario, lo están las cartas escritas a su hermano Bartolomé, que al
decir de los colombófilos, era genovés, pues podría haberle escrito en italiano
(Luciano Rey). En Castellano, castellano
peculiar, están redactados todos sus escritos, lo están todos sus libros de
cuentas, gastos, créditos, deudas, etc..,
en castellano escribe a los judíos aragoneses, a los banqueros
genoveses, al embajador de esa república, al rey de Portugal, el testamento de
1502 y el codicilo de 1506, un mes antes de su muerte, anotaciones al margen en
los libros que leía, en los momentos de mayor prueba para su vida, confía sus
exaltaciones y sufrimientos al papel, y lo hace en castellano. (Marcelo Gaya).
Domina el latín, cosa nada rara en su época,
lo que demuestra una formación importante, circunstancia que era determinante
de una alta clase social y en especial dentro del régimen eclesial, educación
que solía estar reservada para los nobles o familiares de los clérigos y clases
adineradas. Colon pertenecía a uno de estos grupos sociales, y esa formación
demuestra su procedencia. Cómo dice
Luciano Rey Sánchez: “ el latín era el idioma en boga entre los eruditos, y
su empleo por el Almirante presentaba un alarde de superioridad y cultura”
Un
detalle de caligrafía, que pasa desapercibido para historiadores y lingüistas,
lo describe con absoluta precisión D. Celso Gª de la Riega, dice así: En una
de sus cartas, al describir la isla de Cuba, Colón le da inadvertidamente el
nombre de Suana. Solo un Gallego pudo escribir este vocablo en vez del de
Juana, pues la representación ortográfica de la “j” en galaico, cuyo alfabeto
carece de ella, no servía la castellana. En la mayor parte de los documentos
gallegos de la época, la j hace oficio de “i” ó de “j” francesa. Colón utilizó
la “s” como representación aproximada de dicho sonido; en italiano aquel nombre
es Giovanna, y, por consiguiente, el empleo de la “s” solo se puede atribuir a
un gallego.
En el planteamiento inicial de la tesis,
D. Celso Gª de la Riega, expone todo el argumentario que le es posible, la precariedad de datos e información de la
que dispone no le permite avanzar mucho, no obstante consigue recopilar
bastantes palabras puramente gallegas de los escritos del Almirante de los que
dispone; debuxar, presona, non, abastar, poderá, fago, facer, contía, oya,
posar, forno, amostrar, faz, Calis(Cadiz).
El castellano que Colón emplea en sus escritos está compuesto por un léxico
abundante y un empleo de la sintaxis y la composición de las frases muy
cultivada, algo impropio en un
extranjero que apenas lleva ocho años en tierras de Castilla, es difícil creer
que desarrolle tantísima habilidad verbal en tan corto espacio de tiempo.
Antes de llegar
Cristóbal Colón a España a ofrecer la empresa de Indias, ya escribe notas
marginales en sus libros en castellano y latín, y que, además, no utilizó nunca
el italiano, ya que durante toda su vida empleó el latín o el castellano en la
correspondencia con sus hijos, con sus hermanos, con gente de todas las
nacionalidades con quienes trató e incluso con italianos.
En sus escritos
figuran muchas palabras del portugués, todas ellas de uso compartido con el
gallego, otras de uso exclusivo del gallego y ninguna únicamente exclusiva del
portugués.
Solo una vez
intentó escribir en italiano, pero de manera calamitosa, demostrando que ni lo
chapurreaba.
Cristóbal Colón
escribía el castellano mucho antes de fijar su residencia en Castilla, pues ya
en el año 1481 anotaba libros en español, y cuando leía y escribía en latín,
incurría en solecismos propios de una persona de habla española.
Es imposible que
en las cartas a sus hijos, a sus hermanos y a sus amigos emplease siempre el
castellano, con muchos giros (galaico- portugueses), sin que jamás se le
escapase una frase, un dicho, ni una palabra en italiano. Igualmente sucede con
todas las notas relativas a sus gastos, sus créditos y deudas.
En 1951 el
Capitán de Navío, Julio Guillén Tato (15), realizó un laborioso informe de
investigación, “La parla marinera en el primer viaje de Cristóbal Colón”, que
entre otras cosas decía:
“Colón
cuarteaba el compás o aguja con voces distintas a las del Mediterráneo y
de las galeras, que emplea siempre Ramusio y tantos otros, incluso
traduciéndolas del portugués…Y al emplear íntegramente esta rosa oceánica
de origen nórdico, parece como si jamás hubiese navegado por el
Mediterráneo, o tan poco, que ni en una sola ocasión se le desliza un
“mediterranismo”.
“Colón
escribe según la parla navaresca ú oceánica: la de las naos, que nuestros
marineros de Cantabria, Galicia y saco de Cádiz ya hablaban por lo menos
un siglo antes”.