domingo, 8 de diciembre de 2024

El idioma de Cristóbal Colón: I

 En su libro “La identidad de C. Colón” de D. Alfonso Phillipot, éste afirma textualmente “La identidad de Colón es uno de los puntos más conflictivos de su enigmática personalidad, pues siempre escribe en latín o en español, pero nunca en italiano” sic. ¿Dónde está el conflicto? Si solo escribe en latín o en español, no hay nada más que hablar

 Antes de llegar Cristóbal Colón a España a ofrecer la empresa de Indias, ya escribe notas marginales en sus libros en castellano y latín, y que, además, no utilizó nunca el italiano, ya que durante toda su vida fue el latín o el castellano la lengua empleada en la correspondencia con sus hijos, con sus hermanos, con gente de todas las nacionalidades con quienes trató e incluso con italianos.

En sus escritos figuran muchas palabras del portugués, todas ellas de uso compartido con el gallego, otras de uso exclusivo del gallego y ninguna únicamente exclusiva del portugués. El estudio de Luciano Rey (2) pone de manifiesto la amplitud de vocabulario que poseía Colón del castellano, el gallego y el portugués, aunque éste último en menor medida en comparación a los otros dos.

Solo una vez intentó escribir en italiano, pero de manera calamitosa, demostrando que lo desconocía completamente. D. Rafael Calzada (12) desarrolla todo un razonamiento apoyado por lingüistas italianos en que el idioma de Dante le era completamente desconocido.

Algo en lo que estamos de acuerdo los que apostamos por la españolidad de C. Colon, es un argumento cuya solidez nos parece incuestionable, aunque haya quien plantee reticencias sobre ello, ese elemento es el idioma.
Si bien un apellido, o un nombre, puede ser un factor identificativo del origen de un individuo, mucho más servirá el idioma, el apellido puede muy bien ser compartido por dos o más naciones, pero el idioma, el idioma no. Es el aspecto diferencial por el que se sitúa concretamente a una persona en un país concreto, y hasta por los modismos de su lenguaje, se puede determinar la región de procedencia. Eso lo demuestran a diario los lingüistas especializados.
Una de las cosas que más molesta a los colombófilos es sin duda, y más que a nadie a los genovistas, el hecho, sorprendente en un genovés, de que, ¡Colón no sabía italiano!.  Todos sus escritos, absolutamente todos, menos algunos en latín, están redactados en castellano, y en la única nota que tenemos de él en “italiano”, es tan macarrónica, que es prácticamente imposible que ni siquiera un ligur casi analfabeto la haya podido escribir.

(*) Don Celso G. De la Riega: en su libro “Colón Español” Capítulo IV, Indicios lingüísticos. Describe lo siguiente:

Una de las singularidades más notables que ofrece la personalidad de C. Colón es la de que ninguno de los documentos escritos de su mano, que han llegado a nuestros tiempos, aparece redactado en lengua italiana; memoriales, instrucciones, numerosas cartas y papeles íntimos están escritos en castellano, y las notas marginales en sus libros de estudio, en latín. Para explicar de alguna manera semejante singularidad, se dice que la educación de Colón en su infancia fue muy superficial, y además que abandono a su patria en la niñez; explicación sobradamente deleznable, porque, aparte de las altas cualidades de inteligencia y aplicación que se le han reconocido, debió emplear forzosamente la lengua italiana para los estudios elementales que verifico, si era Genovés, antes de los catorce años en que empezó a navegar, y si es cierto que navego veintitrés años, “ sin estar fuera del mar tiempo que se haya de contar” en barcos genoveses, ya en el comercio, ya en el servicio a los príncipes de Anyou; si es cierto que sostuvo continuas relaciones de amistad y trato frecuente con mercaderes y personajes italianos, no es posible admitir que hubiese olvidado la lengua italiana hasta el punto de no poder escribir en ese idioma la carta que dirige al Oficio de S. Jorge de Génova.
Análoga deducción, y con mayor motivo, podemos hacer si admitimos, como quiere un documento italiano, que Colón aún era tejedor en el año 1472.

“El verdadero estudio del idioma castellano usado por Colón en todos sus escritos, está por hacer, y es preciso que algún día lo hagan personas de capacidad y prestigio, porque estamos bien seguros de que con su alta autoridad habrán de atestiguar que solo un nacido y educado en España pudo escribirlo con tanta soltura y naturalidad y dar las pruebas que dio de conocer todos sus secretos y la riqueza de su estilo, como dijo Humbolt.”(2.- Luciano Rey)
El Almirante se descubre claramente al manifestar cual es su idioma, es muy difícil de entender que en ocho años de residencia en el extranjero, se diga claramente que su lengua es la del país de acogida, siendo italiano se daría cuenta de la inexactitud cometida, pero él no comete un error al decirlo, está expresando lo que siente, y como español que dice ser genovés, siendo genovés no lo expresaría de esta forma.
Como sigue diciendo (*)D. Celso: ¿Sucedió por Ventura que Colón, sin darse cuenta de ello, alzo en las tres palabras “ en nuestro romance” un extremo del velo con que se propuso ocultar patria y origen? No hay autor dramático, ni novelista, ni criminal, ni farsante, ni hombre cauteloso o reservado, que no deje algún cabo suelto, que no descuide algún detalle, por donde flaquee la fábula o se sospeche y se descubra lo que se quiso ocultar. ¿Obedeció Colón a esta imperfección humana a llamar suya a la lengua española? Sin duda alguna, y a este propósito es de notar la soltura con la que escribía.

Entre los detalles lingüísticos de los escritos de Colón abundan las palabras gallegas, detalles que parecen minucias triviales, pero que no son desdeñados por quienes analizan las causas y el enlace de los hechos.
En una descripción de la isla La Española escribe que allí “los rayos solares tienen espeto”. Algún historiador quiso ver que en esa frase había un defecto de transcripción, al poner espeto en vez de ímpetu; no parece muy adecuado el calificativo de impetuosos a los rayos solares, se advierte en dicha interpretación el desconocimiento de que espeto, palabra muy antigua y vulgar, consistía y consiste en una varilla metálica con punta en un extremo y un orifico en el otro para colgarlo, que se empleaba para asar carne o pescado. En Galicia, cuando el Sol calienta más de lo ordinario se dice “hoxe o Son ten espetos”, que es la misma frase escrita por Colón, aprendida sin duda en su infancia. Así ocurre en el Caribe, los rayos solares producen un efecto de quemazón como pudieran producirlo la incandescencia de los espetos. (*.- C. Gª. De la Riega)

El ilustre Catedrático D. Ramon M. Pidal hizo resaltar que en todos estos escritos de Colón la aparición de numerosos “portuguesismos”.
De todos es conocido que el gallego tiene muchísimos paralelismos lingüísticos con el Portugués, además del castellano, así pues, siendo Colón natural de Galicia es razonable pensar que su castellano, ya deformado por el gallego, se hubiese deformado más durante su estancia en el País vecino con numerosos portuguesismos. De todas formas, es de notar que el ilustre académico era un docto de la lengua castellana, pero desconocía ampliamente el idioma gallego. Hablaremos más adelante de este tema, que merece un tratamiento aparte.

Cuando aparece en Castilla en 1484, Colón habla perfectamente castellano, eso si, un castellano cuando menos peculiar, cosa que a los autóctonos, pobladores andaluces, les pareciera, al oír le hablar que casi se le podría tomar por extranjero, pero en el idioma que se expresa es el castellano.  Desde el día en que llegó hasta 1506, cuando falleció, debió hablarlo. y escribirlo del mismo modo, con igual perfección empleando en sus escritos el mismo tipo de letra. Todas sus cartas a los Reyes, a su hijo Diego, a Santángel, a Rafael Sánchez, al Obispo de Badajoz, a Roldán, a Gorricio (italiano), a Juana de Torres, y a otras muchas personas, están escritas en castellano, y lo que es más extraordinario, lo están las cartas escritas a su hermano Bartolomé, que al decir de los colombófilos, era genovés, pues podría haberle escrito en italiano (Luciano Rey).  En Castellano, castellano peculiar, están redactados todos sus escritos, lo están todos sus libros de cuentas, gastos, créditos, deudas, etc..,  en castellano escribe a los judíos aragoneses, a los banqueros genoveses, al embajador de esa república, al rey de Portugal, el testamento de 1502 y el codicilo de 1506, un mes antes de su muerte, anotaciones al margen en los libros que leía, en los momentos de mayor prueba para su vida, confía sus exaltaciones y sufrimientos al papel, y lo hace en castellano.  (Marcelo Gaya).

 Domina el latín, cosa nada rara en su época, lo que demuestra una formación importante, circunstancia que era determinante de una alta clase social y en especial dentro del régimen eclesial, educación que solía estar reservada para los nobles o familiares de los clérigos y clases adineradas. Colon pertenecía a uno de estos grupos sociales, y esa formación demuestra su procedencia.  Cómo dice Luciano Rey Sánchez: “ el latín era el idioma en boga entre los eruditos, y su empleo por el Almirante presentaba un alarde de superioridad y cultura”
Un detalle de caligrafía, que pasa desapercibido para historiadores y lingüistas, lo describe con absoluta precisión D. Celso Gª de la Riega, dice así: En una de sus cartas, al describir la isla de Cuba, Colón le da inadvertidamente el nombre de Suana. Solo un Gallego pudo escribir este vocablo en vez del de Juana, pues la representación ortográfica de la “j” en galaico, cuyo alfabeto carece de ella, no servía la castellana. En la mayor parte de los documentos gallegos de la época, la j hace oficio de “i” ó de “j” francesa. Colón utilizó la “s” como representación aproximada de dicho sonido; en italiano aquel nombre es Giovanna, y, por consiguiente, el empleo de la “s” solo se puede atribuir a un gallego.

En el planteamiento inicial de la tesis, D. Celso Gª de la Riega, expone todo el argumentario que le es posible,  la precariedad de datos e información de la que dispone no le permite avanzar mucho, no obstante consigue recopilar bastantes palabras puramente gallegas de los escritos del Almirante de los que dispone; debuxar, presona, non, abastar, poderá, fago, facer, contía, oya, posar, forno, amostrar, faz, Calis(Cadiz).
El castellano que Colón emplea en sus escritos está compuesto por un léxico abundante y un empleo de la sintaxis y la composición de las frases muy cultivada, algo  impropio en un extranjero que apenas lleva ocho años en tierras de Castilla, es difícil creer que desarrolle tantísima habilidad verbal en tan corto espacio de tiempo.

Antes de llegar Cristóbal Colón a España a ofrecer la empresa de Indias, ya escribe notas marginales en sus libros en castellano y latín, y que, además, no utilizó nunca el italiano, ya que durante toda su vida empleó el latín o el castellano en la correspondencia con sus hijos, con sus hermanos, con gente de todas las nacionalidades con quienes trató e incluso con italianos.

En sus escritos figuran muchas palabras del portugués, todas ellas de uso compartido con el gallego, otras de uso exclusivo del gallego y ninguna únicamente exclusiva del portugués.

Solo una vez intentó escribir en italiano, pero de manera calamitosa, demostrando que ni lo chapurreaba.

Cristóbal Colón escribía el castellano mucho antes de fijar su residencia en Castilla, pues ya en el año 1481 anotaba libros en español, y cuando leía y escribía en latín, incurría en solecismos propios de una persona de habla española.

Es imposible que en las cartas a sus hijos, a sus hermanos y a sus amigos emplease siempre el castellano, con muchos giros (galaico- portugueses), sin que jamás se le escapase una frase, un dicho, ni una palabra en italiano. Igualmente sucede con todas las notas relativas a sus gastos, sus créditos y deudas.

En 1951 el Capitán de Navío, Julio Guillén Tato (15), realizó un laborioso informe de investigación, “La parla marinera en el primer viaje de Cristóbal Colón”, que entre otras cosas decía:

“Colón cuarteaba el compás o aguja con voces distintas a las del Mediterráneo y de las galeras, que emplea siempre Ramusio y tantos otros, incluso traduciéndolas del portugués…Y al emplear íntegramente esta rosa oceánica de origen nórdico, parece como si jamás hubiese navegado por el Mediterráneo, o tan poco, que ni en una sola ocasión se le desliza un “mediterranismo”.

“Colón escribe según la parla navaresca ú oceánica: la de las naos, que nuestros marineros de Cantabria, Galicia y saco de Cádiz ya hablaban por lo menos un siglo antes”.

martes, 26 de noviembre de 2024

El idioma de Colón

 PROLOGO.

 Cristóbal Colón aparece en Castilla allá por el año 1484 hablando castellano, siendo de fácil entendimiento con las gentes del reino, si bien es cierto que algunos testimonios de los monjes de la Rábida manifestaron que hablaba con acento extranjero. Ello se debía dos causas: primero que el concepto extranjero, en aquellos tiempos, era aplicado a cualquiera que no fuese del lugar, es decir que un extremeño podía bien ser extranjero en Asturias o Segovia. Segundo, como bien sabemos las gentes hablamos un idioma común pero que en distintas regiones se manifiesta con particularidades propias y acentos diferenciales entre unas regiones y otras, así los habitantes de Galicia se expresan con diferente modismo y entonación a la de los andaluces o los vascos.

Ocurre igualmente con el lenguaje escrito, desposeído de la peculiaridad de la expresión verbal, sin embargo, es corriente que las palabras plasmadas en un papel también estén preñadas de localismos que demuestran la procedencia de quien escribe.

Colón entró en Castilla hablando siempre en castellano con la peculiar forma de expresarse citada, de un extranjero en Huelva, luego es de suponer sin miedo a errar que dominaba el idioma y eso solo se puede aprender de una forma, en el regazo materno y los primeros años de la vida. El hecho de que Colón hubiese aprendido el castellano en país extraño no se sostiene, pues tal dominio del idioma demuestra todo lo contrario.

En su libro “España patria inefable de C. Colón” (2) Luciano Rey Sánchez, expone una opinión coincidente con la del ilustre naturalista A. von Humbolt. (29) El verdadero estudio del idioma castellano empleado por Cristóbal Colón en todos sus escritos, está por hacer, y es preciso que lo hagan personas de gran capacidad y prestigio, porque estamos bien seguros que con su alta autoridad habrán de atestiguar que solo un nacido y educado en España pudo escribirlo con tanta soltura y naturalidad…” este pensamiento reflexivo bien argumentado aún no se ha llevado a la realidad, pues no parece que sea de interés para los doctores de la lengua castellana, hasta hoy en día.

Además, la perfección de sus escritos, su estilo y asimilación de refranes y giros propios del castellano, no podrían tener explicación mas que siendo, como era, natural de España, pues ni diez ni veinte años serían suficientes para identificarse de tal modo con un idioma que empezaría a conocer cuando ya tenía cuarenta años poco mas o menos. Luciano Rey (2) escribió en 1941 un extenso libro titulado; ”España, Patria infalible de Cristóbal Colón” En respuesta a las teorías genovistas del escritor D.Luis Astrana Marin. El texto, que no tiene desperdicio, es una extensa muestra sobre el lenguaje del Almirante, pormenorizando una a una las palabras gallegas encontradas en los escritos y cartas del descubridor del nuevo continente.

Ampliando de forma sustantiva la relación presentada por el historiador D. Enrique Zás(3) el año 1923.

No era nada novedoso lo de destacar las palabras y escritos castellanos de Colón, En el inicio de la teoría el señor de la Riega (*) (Año 1892) anticipó de forma contundente cual era el postulado más creíble respecto al idioma natural del personaje, y no es otro que el castellano plagado de términos gallegos, manifestó de forma contumaz que era imposible que alguien nacido en otro país llegase a olvidar su propio idioma, nadie pierde el conocimiento y el uso del idioma materno habiendo aprendido otro. De la Riega se pregunta ¿Quién llega a olvidar hasta ese grado el leguaje que aprendió en el regazo materno? ¿Es posible que Colón no hubiera sentido por la lengua italiana, esta hubiera sido la suya, el instintivo afecto que todos los hombres, de todos lo países y de todas las épocas, dedicamos al mismo idioma nativo? ¿Lo habrá sido el desdén, la indiferencia? ¿Es que, en efecto, ese idioma no era el suyo?  Creo que está claro como el sol de mediodía. No hay respuesta satisfactoria a estas cuestiones. Resulta curioso que en sus escritos Colón declara que el castellano es “nuestro romance” como expresó en el preámbulo del diario de navegación al exponer a los Reyes el objeto de su empresa, expone que en Catay domina un príncipe llamado el Gran Kan “que en nuestro romance” significa rey de reyes. Ocho años llevaba en Castilla cuando se expresaba en estos términos tan claros.

A propósito de ello escribe el sr. Olmet en la revista “La España Moderna”   Creemos que toda discusión sobra desde el momento en que Cristóbal Colón ha declarado por escrito cual era su idioma.”  Aquí debemos entender que si olvidó el italiano debió obedecer a un estado psicofísico, en virtud de la cual, por ser tan grande la necesidad de expresarse en castellano, sustituyó un idioma por el otro.

Continuamos con de la Riega “¿Sucedió por ventura que Colón, sin darse cuenta de ello, alzó en las tres palabras <en nuestro romance> un extremo del velo con que se propuso ocultar patria y origen? No hay autor dramático, ni novelista, ni criminal, ni farsante, ni hombre cauteloso o reservado, que no deje algún cabo suelto, que no descuide algún detalle, por donde flaquee la fábula o se sospeche y se descubra lo que quiso ocultar. ¿Obedeció Colón a esta imperfección humana al llamar suya a la lengua española? Sin duda alguna, y a éste propósito es de notar la soltura con que la escribía.”

Cristóbal Colón aparece por primera vez, que se sepa, en 1484 hablando castellano de forma clara y siendo entendido por todas las personas con quienes se relacionó, desde los monjes de la Rábida, al duque de Medinaceli en el Puerto de Santamaría donde vivió un año y pico, y con los personajes de la corte con quienes tuvo necesidad de trato. Es forzoso suponer que había estado anteriormente en Castilla, bien por ser natural de alguna parte del reino o que hubiese aprendido el idioma desde temprana edad, en algún lugar de Castilla, aunque fuese extranjero. Lo que es indudable es que no pudo aprender el castellano el Portugal ni en otra parte habida cuenta de la soltura con que lo hablaba.

Cristóbal Colón no solo hablaba el castellano, y el gallego por supuesto, su acervo cultural consta que también dominaba el latín, idioma en boga de los eruditos y clérigos, ello daba al almirante un talante culto y de superioridad en la sociedad de entonces.

¿Dónde aprendió a usar el latín? Está claro que en algún monasterio con el clero. Esto nos da una pista sobre la clase social a la que pudo pertenecer. El latín era enseñado en las escuelas clericales a donde eran enviados los hijos de nobles, legítimos o bastardos, para su educación. Era costumbre que los hijos bastardos reconocidos fuesen internados en los monasterios para que siguieran el camino religioso, formados como clérigos rápidamente ascendían en el escalafón llegando a ser obispos y/o cardenales. Los que procedían de clases más humildes solían ser simples prelados o monjes. Cristóbal Colón debió pertenecer a la nobleza pues su educación era exquisita aparte de una inteligencia proverbial, porque su capacidad para el debate y la argumentación eran verdaderamente grandes.

Esto no justifica que por su portentosa capacidad fuese muy hábil para aprender un idioma distinto del materno, con el castellano, el gallego y el latín tenía suficiente para entenderse en el medio que le rodeaba.

Existe un estudio muy interesante publicado por el Almirante Julio Guillén Tato (15) “La parla marinera en el diario del primer viaje de C. Colón” Expone un tipo de lenguaje que se utiliza en el mar que se sujetaba a la necesidad de expresar términos muy concretos sobre los elementos que componían el navío, el estado del mar, el viento, la climatología y el rumbo. Todos ellos empleados en todos los mares, desde el mediterráneo al atlántico, aplicando las expresiones según la localización geográfica.

 

domingo, 10 de noviembre de 2024

Un poco de Leyenda

 

Un poco de leyenda.

 

Leyenda: Narración de sucesos fantásticos que se transmite por tradición, basado en un hecho o un personaje reales, deformado o magnificado por la fantasía o la admiración, que además crece con el paso del tiempo. También referido a una persona o cosa muy admiradas y que se recuerdan a pesar del cambio de épocas.

Bien aquí tenemos la base en lo que consiste una leyenda, no parece sea necesario dar muchas explicaciones. Como bien sabemos las leyendas se alimentan de sucesos que con el paso del tiempo van siendo aderezadas, tergiversadas, acomodadas y llevadas al límite de la comprensión humana, llegando a convertirse algunas de ellas en mitos casi inamovibles. Eso exactamente es lo que ha sucedido con la historia de Cristóbal Colón, la pretérita a su llegada a la Corte de los Reyes Católicos. ¿Cuáles son las razones que mantienen la leyenda genovesa sobre el natalicio del Almirante? Obviamente lo expuso Enrique Zás en su libro “Galicia patria de Colón”(3) nombrando a este argumento infundado como “petrificación del dogma”, o lo que es lo mismo: El error histórico sostenido por uno o varios historiadores que, a fuerza de repetirlo y divulgarlo, aún sin haber sido confirmado con hechos o documentos, llega a convertirse en artículo de fe. Una irrealidad repetida miles de veces de forma constante, puede llegar a convertirse en una realidad en la mente de una sociedad.

Es cierto que durante cuatro siglos se ha mantenido el dogma del natalicio de Colón genovés, pero en esa leyenda hay aspectos que nos hacen poner en tela de juicio de que fuera así. Para empezar el gran nauta no hablaba italiano, ni tan siquiera el dialecto genovés de aquellos tiempos. Todos sus escritos están redactados en castellano. Cuando descubría alguna isla, cabo, río o accidente natural nunca utilizó un solo nombre italiano, todos o casi todos fueron de la toponimia gallega y religiosos, coincidentes con lugares e instituciones de Galicia. En Génova, ni en Carvi, Piacenza, Cugureo, etc existe referencia alguna al apellido Colón, no el tan cacareado Colombo, ¡de Colón!  Estas tres ideas dan al traste con la genovesidad de nuestro descubridor. Génova recibió un honor que nunca le correspondió, pues él no nació en esa bella ciudad, ni en lugar alguno de la Liguria como se ha mantenido y se sigue manteniendo en algunos círculos a pesar de la contundencia de las pruebas presentadas por la teoría de Colón gallego.

Sigue Enrique Zas con su argumentario: El origen genovés del Almirante, lo citan como cierto todos los historiadores antiguos y modernos, nacionales y extranjeros. Alegando que el mismo Almirante lo ha consignado así en su institución mayorazga con esta expresión afirmativa: De Génova salí y en ella nací. Y por último todos los documentos italianos también lo atestiguan. Estas son, condensadas, las razones en que se apoyan los impugnadores para rechazar la tesis de Colón español. A simple vista, parece que encierran argumentos formidables y que sería vano empeño o locura demostrar lo contrario.

Curiosamente toda esta montaña de conocimientos que aparecieron de forma poco fiable no han aportado ni un solo dato objetivo al planteamiento genovés de la leyenda, todo son circunstancias y quizás la falsedad de los datos aportados empiecen por el apellido motivo de cierta polémica, Colombo. Desde aquí en adelante la leyenda se derrumba ante la inconsistencia de los datos aportados por los genovistas. La verdad siempre aflora como el nenúfar en la superficie del agua después de crecer desde la profundidad sólida de la tierra. Una vez encontrada la autenticidad de los hechos el error petrificado se esfuma como el humo que no vuelve a aparecer.

 

Una parte de esta leyenda, que tanto ha influido negativamente en la narrativa del origen de Colón, es el famoso y supuesto testamento de 1498, que ya fuera dado por falso u apócrifo durante los contenciosos por la herencia del Almirante a finales del siglo XVI. Una pregunta que nos sigue rondando la cabeza a las personas de mentes claras que no entendemos cómo a ese documento se le siga considerando de algún valor. ¿Por qué algunos historiadores continúan consultando dicha arma? ¿Cuál es la validez de lo expuesto ahí, cuando contiene cantidad de inexactitudes perfectamente demostrables y faltan páginas? Es un pliego carente de valor documental pues nunca fue registrado públicamente y a lo que se asemeja más es a una falsificación perfectamente orquestada con fines completamente espurios.

En palabras de Martin Fernández de Navarrete quien demostró hace más de 200 años que don Cristóbal Colón en el único documento en el que constaba haber nacido en Génova era falso. Es imposible comprender por qué los estudiosos de los orígenes del Almirante no hayan resuelto este enigma hace ya mucho tiempo. Desgraciadamente en el Archivo de Indias en donde está depositado dicho oficio, nunca ha rectificado la no autenticidad de dichos documentos, haciendo constar su demostrada falsedad, y que fueron declarados no aptos hace más de cuatrocientos años.

Pero Navarrete no ha sido el único en rechazar el uso de esa falsedad, muchos otros historiadores lo han hecho sin que se haya corregido el error histórico. Existe la opinión entre algunos historiadores que quienes mantienen la teoría genovesa, la sostienen debido a que unos se copian a otros sin el uso crítico que es exigible en el rigor histórico. 

De los críticos con la teoría genovesa se ha de mencionar a D. Salvador de Madariaga, cuyo texto no tiene desperdicio al expresar su opinión sobre el tema: “Colón no dice en ninguna parte de un modo indisputable que es oriundo de Génova. El acta de mayorazgo de 1497-98 no puede aceptarse como auténtica. Trátase de uno de los documentos falsificados, ya sea en interés mal comprendido de la escuela genovesa, ya, lo que es mas probable, en interés de alguno de los litigantes en los procesos a que la herencia de Colón dio lugar en el S.XVI. Aparece en efecto este documento en circunstancias muy sospechosas durante un proceso. Es curioso que el acta de mayorazgo se considere auténtica por la escuela genovesa y falsa por los que se niegan a que Colón sea genovés, unos y otros bajo la impresión de que, de ser cierta el acta, los títulos de Génova quedan demostrados. Pero si Colón menciona tan netamente a Génova en 1498 ¿Cómo es que un hombre con tanto apego a su familia no menciona a su propio padre, que todavía vivía y necesitaba de su auxilio? ¿Y cómo es que insiste tanto en que sus herederos sean de los de Colón, y no de los Colombos?, pues entiéndase que dice siendo hombre legítimo que se llame y se haya siempre llamado de su padre e antecesores llamados de los de Colón, condición que repite nuevamente al excluir de la herencia a toda mujer salvo si aquí ni en otro cabo del mundo no se fallase hombre de mi linaje verdadero que se hubiese llamado y llamase él y sus antecesores de Colón. ¿Y por qué manda que su heredero tenga y sostenga en la ciudad de Génova una persona de nuestro linaje que tenga allí casa y mujer… y haga pié y raíz en la dicha ciudad como natural della, cuando vivían en Génova sus propios primos de Colombo que ni siquiera menciona, como nunca mencionó a sus parientes genoveses?

De ser auténtico este documento demostraría que Colón era genovés, pero al propio tiempo destruiría su identidad con la familia de tejedores del resto de la documentación genovesa, a no ser que se considere el acta de mayorazgo como una tentativa por parte de Colón para obtener este doble fin, en cuyo caso lo que quedaría destruido sería el crédito que merecen la inteligencia y la agudeza de Colón.

Pero quedan otras objeciones. No existe en los papeles de Colón ni en los de sus hijos referencia alguna a esa acta de 1497-98, mientras que en la carta al padre Gorricio, fechada el 24 de mayo de 1501, es decir, precisamente cuando Colón pensaba en redactar el testamento de 1502 (hoy desaparecido), ruega a su amigo una copia certificada de una probisió q´alá está q´pueda yo hacer mayorazgo frase que Colón hubiera redactado de otro modo si hubiese instituido ya su mayorazgo otra vez en fecha anterior. Es evidente por esta carta que se propone hacer mayorazgo por primera vez. (…) Con todo no puede tratarse de una creación ex nihilo.

Lo más probable es que sea un documento amañado sobre la base del testamento de 1502 que ha desaparecido, quizás en interés de las mismas personas que amañaron éste. Por lo tanto, las más de las citas de sus cláusulas no dejarán de tener un fondo auténtico.”

Con respecto a ésta última frase, cierto es que hay cosas en el supuesto testamento de 1498 que son ciertas, pero en otras muchas, así mismo plasmadas en ese texto, reinan grandes dudas sobre su veracidad, y el resto son claramente falsas.

C. Colón testó en 1502 y un mes antes de morir en 1506 firmó y registró el codicilo final en el que reflejó su voluntad. En este papel no figura ni una sola referencia al supuesto mandado de 1498, ni tampoco se puede extraer ningún hecho narrado que no fuese conocido. Lo curioso de ese “testamento” es que contiene inexactitudes incomprensibles que ni el Almirante hubiese cometido, aparece escrito en él, una encomienda al príncipe Juan, hijo de los Reyes, quien había fallecido el año anterior de 1497, y es un hecho extraño que C. Colón no conociese el óbito del heredero de la corona pasados varios meses desde el suceso. Por otro lado, se confunden dos personajes en la ratificación del documento; Según las leyes de la época, leyes que eran celosa y escrupulosamente guardadas y hacer guardar por los RR.CC. había en ese documento cláusulas que infringían claramente la legalidad vigente, como la de enviar dineros o capital al extranjero, al banco de S. Jorge en Génova. Incluso se pretendía rebajar la partida de ingresos de la corona de las riquezas traídas del nuevo continente a la mitad en favor del Almirante, algo inaudito pues los Reyes eran quienes daban u otorgaban dichas concesiones y no era el vasallo quien las exigía.

La leyenda es a la historia lo que el fotoshop a la fotografía. Modelando, borrando y retocando se consigue dar lustre a cualquier imagen, de la que se pretende acercar a la perfección, distorsionando la realidad con la alteración de detalles que quieren hacer ver que es auténtica la visión que nos ofrecen.

La historia del Almirante escrita por su hijo Hernando Colón y publicada en Venecia por primera vez en el año 1571, el propio autor confiesa que no sabe cual es su origen al decir “De manera que cuan apta fue su persona y dotada de todo aquello que para cosa tan grande convenía, tanto quiso que su patria y origen fuese menos cierta y conocida. Por lo cual algunos que, en cierta manera, piensan oscurecer su fama, dicen que fue de Nervi, otros de Cugureo, y otros de Buyasco, que todos son lugares pequeños cerca de la ciudad de Génova y en su misma ribera; y otros que quieren engrandecerle más, dicen que era de Savona, y otros que genovés; y aún los que más le suben a la cumbre le hacen de Plasencia.” Y más adelante, añade: “…para certificarme mejor, pasando yo por Cugureo, procuré tener información de dos hermanos Colombos que eran los mas viejos de aquel castillo, y se decía que eran algo deudos suyos; pero porque el menos viejo pasaba de los cien años, no supieron darme noticia de esto…” Mas le hubiese estar callado con esta reflexión pues no arroja ninguna claridad sobre el tema, o más bien la oscurece, pues siembra dudas durante la exposición citada.

Analizando los párrafos del escrito extraemos la siguiente frase “Por lo cual algunos que, en cierta manera, piensan oscurecer su fama, dicen que fue de Nervi, otros de Cugureo, y otros de Buyasco,” ¿A que fama se refiere don Fernando? ¿La conseguida con el descubrimiento? O quizás ¿A la que se habría labrado antes de su aparición en Castilla? Digamos que ciertas reflexiones no son del todo gratuitas, si seguimos leyendo: “dicen que fue de Nervi, otros de Cugureo, y otros de Buyasco,” ¿No suena esto a cortina de humo? Quisiera no ver que después de la primera frase se diese cuenta que exponía en exceso el pasado del almirante y corrige sobre la marcha intoxicando con lugares de la Liguria cuando debiera haber sido la actitud suya, otra bien distinta. Al decir que “piensan oscurecer su fama” ¿Es que alguien pensaba revelar su verdadero pasado, y con este comentario algo rebuscado quiso poner tierra de por medio? Sin duda, es más que probable que don Fernando conociera realmente el pasado del Almirante, pero con la instrucción de jamás revelarlo.

 

“Lo que ha sido creído por todos siempre y en todas partes, tiene todas las posibilidades de ser falso”

Paul Valery. Escritor francés.